1.14.2008

la caída

Los siete libros que sostenía apenas, salieron despedidos metros adelante; la computadora y el resto de los libros le dieron con un golpe compacto en la espalda (en la mochila se escuchó un crujir indeterminado) y aún pudo escucharse gritar y pudo verse caer estrepitosamente hacia el pavimento ya casi negro por la noche, y tan de pronto nada
La Mandarina bufó por un rato en el estacionamiento del campus; luego empezó a soltar lagrimitas ácidas por la grieta y las rapaces bebieron de ella